De acuerdo con el principio de Arquímedes, un objeto sumergido parcial o totalmente en un líquido flota gracias a una fuerza igual al peso del líquido desplazado. La fuerza de flotación depende de la densidad del líquido y el volumen del objeto, pero no de su forma. Es una ley simple, pero no intuitiva. Esta ley tiene muchas aplicaciones, por ejemplo determinar la presión de un líquido como una función de profundidad.
La famosa leyenda sobre el descubrimiento de esta ley cuenta que el rey Hierón II de Siracusa (Sicilia) pidió a Arquímedes descubrir si su corona era de oro puro. Arquímedes, sumergido en la bañera, encontró la solución, y al grito de Eureka y completamente desnudo contó cómo lo había hecho. Mediante esta ley, pudo comprobar que la corona no era de oro puro, y el platero fue ejecutado. Aún no se sabe si la historia es cierta o falsa, aunque se cree que no es más que una divertida leyenda, ya que en ese momento no existían instrumentos con la precisión necesaria para reconocer la diferencia.
Ley de la flotabilidad de Arquímedes
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