miércoles, 25 de junio de 2014

Carta sin nombre

Intoxicante desconocido:

Me dirijo a ti de esta manera, ya que no puedo encontrar una mejor manera de describir lo que tu existencia ocasiona en mí. Toda tu llegas a mí, con una fuerza que hasta ahora para mí ser era desconocida, el impacto de tu esencia ha logrado que me ausente de esta fría y cruda realidad, he podido explorar lugares recónditos, ajenos, que jamás habría podido siquiera imaginar, donde lo único que existe es tu presencia, esa sofocante y espléndida sensación de entereza y vacio, que es capaz de enloquecerme con una facilidad increíble, pues si me alejo de ella, la necesidad de volverla a experimentar obliga a mi voluntad a renunciar a su libertad, devolviéndome como un esclavo sujeto a cualquier capricho o necesidad tuya; y cuando me encuentro próximo a ella, su delicadeza sutil sugiere que abandone toda labor para así poder permanecer a su lado.

Mi delirio es no conocerte, no saber cual es tu nombre, ignorar tu origen, tu destino y tu final, pero a pesar de todo esto presiento que a tu lado nunca más experimentaré carencias, no cabrá en mi otra duda pues el misterio que te envuelve podrá guiarme en los laberintos de la vida y aunque reconozco lo magnífica que eres para mí, no sé como acercarme a ti, carezco del valor para enfrentarme a ti con la verdad, para hacerte ver como he vivido desde que apareciste en mi vida, como es que tu, sin saberlo te has convertido en mi mayor dicha y desgracia.

Es por eso que mi desesperación me ha obligado a hacer esto, recurrir a la manera más cobarde de acercarme a ti, marcar este lienzo, tratando de plasmar la confusión que has despertado en mis adentros, desahogar de alguna manera la suma de todos estos sentimientos hermosos, que son capaces de convertir a un simple hombre en una fiera, capaz de luchar contra mil ejércitos y derrotar cualquier adversidad que se le presente con el único fin de lograr que su musa sea feliz.

A ti mi musa, bella y pura; inicio y fin de mi felicidad, debo decirte que yo seré aquel dispuesto a luchar día tras día, enfrentando cualquier eventualidad, jubiloso de renunciar a mi vida si fuera necesario, sin esperar recompensa alguna, a excepción de ver tu sonrisa, que posee la capacidad de iluminar hasta la penumbra más profunda, siendo para mí, el tesoro más grande con el cual puedo ser bendecido hasta aquel día donde la cruel muerte me arranque de tu lado.

No temo por tu rechazo, me aterra que este mensaje llegué tardío y mi deseo de compartir esta felicidad absoluta nunca sea consumado, si ese deseo no se cumpliera, continuaré a tu lado pues no podré seguir sin tu compañía, aunque parte de mi morirá, como una flor marchita, pues no seré capaz de mostrarte la intensidad de las sensaciones que albergo por ti, si tengo la dicha de manifestarte todo lo que arde en mi, haré lo humanamente posible para que cada día que estés a mi lado sea de felicidad absoluta.


El que vive a la sombra de tu amor


kuri



Carta sin nombre

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