Era el año 1985. Le comunicaron a Jane Wilde, esposa de Stephen Hawking, que debía viajar de urgencia a Ginebra. Su marido estaba internado con una neumonía y en estado grave. En ese momento Stephen tenía 43 años y tres hijos con Jane (Tim, Lucy y Robert).
Era un prestigioso científico, titular de la Cátedra Lucasiana de Matemáticas de la Universidad de Cambridge. Desde los 21 años, Haw-king padecía esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una cruel enfermedad que desintegra de forma gradual las células nerviosas de la médula espinal y del cerebro que regulan la actividad muscular voluntaria.
Durante 20 años Jane se había entregado a cuidar de su esposo, un hombre brillante pero difícil, y con una discapacidad que había empeorado con los años. Los médicos, en Ginebra, le explicaron que la infección era muy grave y que sumado a la inevitable evolución que seguiría teniendo la esclerosis lateral amiotrófica, debía considerarse la opción de desconectar a Stephen y dejarlo morir. La otra opción era hacerle una traqueotomía, lo que le salvaría la vida, pero lo dejaría sin habla y sin capacidad de emitir sonido alguno de por vida. Aunque Hawking hablaba con dificultad y pocos le entendían lo que decía, hablar era la única vía de contacto con su familia y con el mundo científico.
Jane tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: la traqueotomía. “El futuro parecía muy, muy sombrío”, recordó en 1989, en una entrevista publicada en el periódico The Guardian. “No sabíamos cómo íbamos a ser capaces de sobrevivir, o si él sobreviviría. Fue mi decisión… Pero a veces he pensado: ¿qué he hecho? ¿qué tipo de vida le he dejado”.
Este episodio de la vida de Hawking, narrado en la página 164 del libro Stephen Hawking. Su vida y su obra, resume muchas de las contradicciones, conflictos y enigmas que han rodeado a Hawking a lo largo de su vida. Como dice el título, poco original pero preciso, el libro es sobre la vida y también la obra de Hawking. Nos narra su infancia, su juventud, su enfermedad, sus dos matrimonios, su relación con hijos y esposas. Nos acerca a su personalidad y a sus actitudes frente a la vida, a su método de trabajo, a su relación con la comunidad científica y a su vida pública. El libro también es una obra de divulgación, que muestra paso a paso la evolución que fue teniendo Hawking como científico.
Stephen Hawking nació durante la Segunda Guerra Mundial en Oxford, aunque su familia vivía en Highgate. Antes del parto su madre se trasladó a Oxford, ciudad que por ser universitaria no era bombardeada por los alemanes. La fecha de nacimiento de Hawking (8 de enero de 1942) lo vincula con Galileo Galilei, considerado el padre de la astronomía y la física moderna. Hawking nació exactamente 300 años después de la muerte de Galileo.
Hawking pasó parte de su infancia en Highgate. A partir de 1950 vivió en St. Albans, donde Frank Hawking, padre de Stephen, un destacado investigador en el área biológica, fue designado Director de la División de Parasitología en el Instituto Nacional de Investigación Médica.
Los Hawking eran vistos en St. Albans como personas cultas e inteligentes. Tenían algunos hábitos considerados raros por sus vecinos, como el de sentarse a la mesa en familia, en silencio, cada uno con su libro y entregarse a la lectura por largo rato. Se escuchaba mucha música, en particular las óperas de Richard Wagner.
Llevaban una vida frugal y sin lujos. La casa de St. Albans tenía tres pisos y era oscura, fría, con muebles viejos y alfombras desgastadas. Si se rompía un vidrio de una ventana, nadie lo cambiaba.
Stephen era un niño más pequeño y frágil en comparación con los de su edad, con predilección por lo intelectual. Era bastante arrogante, no se amedrentaba ante los de mayor tamaño y edad y tenía buena capacidad de organización. Eso lo llevaba a asumir el liderazgo en muchas ocasiones y organizar a los demás. Aunque en los primeros años no se destacó en los estudios, sus amigos notaron en él algo diferente y lo llamaban “Einstein”.
En 1959, Stephen hizo las pruebas para ingresar a la Universidad de Oxford. Su mediocre desempeño en la educación primaria y secundaria, hizo pensar a su padre y al director del St. Albans School que difícilmente obtuviera una beca. Sin embargo, logró calificaciones casi perfectas en la prueba de física, deslumbró al tutor en la entrevista y logró una beca de estudio en ciencias naturales, con especialización en física.
Ingresó a Oxford con 16 años y se integró muy bien. Ex compañeros de aquellos años lo recuerdan como “animado, optimista y adaptable”, dice Kitty Ferguson en el libro. “Llevaba el pelo largo, era famoso por su ingenio y le gustaban la música clásica y la ciencia ficción”. Tenía una actitud relajada hacia los estudios y un espíritu independiente y poco responsable. Sin embargo, algunos hechos aislados mostraron que era “de otro planeta”. Su tutor, Robert Breman, comentó en una ocasión “Creo que realmente hizo un esfuerzo para rebajar su nivel al de los otros estudiantes”. En segundo año se integró al Club de Remo de la Universidad. Como era flaco y con poca fuerza, no servía para remero, pero resultó ser un muy buen timonel: se sentaba frente a los remeros y dirigía el bote con autoridad, agilidad e inteligencia.
En el último trimestre en Oxford, cuando tenía unos 20 años, empezó a sentir que sus movimientos eran torpes. En una ocasión cayó por una escalera, se golpeó la cabeza y sufrió pérdida de memoria temporal.
En 1962 ingresó a la Universidad de Cambridge para realizar estudios de posgrado. En enero de 1963 conoció a Jane Wilde en una fiesta y tras intercambiar datos de contacto, la invitó a su cumpleaños, en su casa, el 8 de enero. Ella concurrió, aunque se sintió un poco perdida y pasó la mayor parte de la reunión cuidando a Edward, el hermano más pequeño de Stephen.
Las caídas y dificultades motrices de Stephen continuaron. Poco después de su cumpleaños, Stephen se internó en el Hospital St. Bartholomew para realizarse estudios médicos. El diagnóstico fue esclerosis lateral amiotrófica, también conocida como enfermedad de Lou Gehrig. “Conforme las células nerviosas se desintegran, los músculos que controlan se atrofian. Finalmente esto pasa a todos los músculos voluntarios del cuerpo, y resulta imposible realizar ningún movimiento. Se pierde la capacidad de hablar y cualquier forma de comunicación”, explica Kitty Ferguson en la página 49. Algunos pacientes han logrado sobrevivir décadas, pero la gran mayoría muere a los 2 ó 3 años como resultado de una neumonía o por asfixia al fallar los músculos respiratorios. La enfermedad no afecta a los músculos involuntarios, por lo que el corazón, aparato digestivo y órganos sexuales, funcionan normalmente. El cerebro tampoco resulta afectado.
Un mes después Jane se encontró con Stephen en un tren. Se sentaron juntos, charlaron, ella sabía de su enfermedad y le expresó su pesar pero él no dijo nada. Antes de despedirse él la invitó a ir al teatro y ella dijo que sí. La relación evolucionó favorablemente al tiempo que la enfermedad empeoró. En 1964, él le pidió matrimonio y ella aceptó. Ambas familias, en especial el padre de Hawking, expresaron urgencia: debían casarse y tener hijos lo más pronto posible, porque Stephen podía morir en cualquier momento. La ceremonia se celebró el 14 de julio de 1965.
A finales de la década de 1960, Hawking empezó a utilizar muletas. Su actitud frente a la enfermedad fue la de no ceder nunca. Aunque no detuvo el proceso, lo demoró. A comienzos de la década de 1970, ya no pudo caminar por sí mismo, ni con muletas y pasó a usar silla de ruedas. A finales de los 70 era muy difícil entender lo que decía. Necesitaba la “traducción” de otra persona, como un familiar o un colaborador directo, que eran los pocos que lo entendían. También perdió la habilidad en las manos. La última vez que escribió su nombre de puño y letra fue en 1979, cuando fue designado profesor lucasiano de matemáticas, y le tomó un largo rato lograrlo. A comienzos de 1980, la Universidad de Cambridge, donde él trabajaba, lo ayudó con la financiación de asistencia médica.
La traqueotomía que le realizaron en 1985 lo dejó completamente sin habla y ya no pudo respirar más por nariz y boca. Desde esa fecha hasta el día de hoy respira por un tubo ubicado en la garganta. Se alimenta por sonda.
Al no poder hablar, Hawking quedó encerrado en su cuerpo sin poder comunicarse. La solución le llegó por iniciativa de Michael Woltosz, un experto en informática, que le envió una copia de Equalizer, un software que había diseñado para su suegra discapacitada. El programa permitía seleccionar palabras en una pantalla, que además podían ser enviadas a un equalizador y salir como sonido. A Hawking le quedaban muy pocas funciones motoras, entre ellas mover algún dedo de la mano, razón por la cual un alumno le diseñó un interruptor especial, que le permitió usar el software. Con práctica Hawking logró producir 10 palabras por minuto, lo que es muy poco si se compara con el habla normal (100 palabras por minuto o más) pero para él era suficiente. “Era un poco lento pero como yo pienso despacio, encajaba bastante bien”, comentó. Su máxima producción fue de 15 palabras por minuto. Equalizer pasó a formar parte de su vida. La voz que hoy conocemos de Hawking, tipo robot, es la del software.
Se dio un paso más al integrar la computadora y el sintetizador a su silla de ruedas. En una ironía característica de Hawking, pero que encerraba una parte de verdad, en 1986 dijo que su nueva discapacidad lo había beneficiado. “Me puedo comunicar mejor ahora que antes de perder la voz”. Ahora podía trabajar sin dictar o ser interpretado por otro.
Los problemas de salud continuaron. En 1991 un auto lo atropelló desde atrás en su silla de ruedas. Se quebró un brazo y le suturaron la cabeza. Dos días después salió del hospital. El mayor daño lo llevó la otra parte de Hawking: su silla y su computadora. Le tomó varios días a los técnicos conseguir una nueva silla y acondicionarla para que Hawking volviera a la actividad.
Días antes de cumplir 60 años (enero de 2002) se estrelló con su silla contra una pared y se quebró una cadera. Por su condición de salud, los médicos no le administraron anestesia general, solo epidural. Hawking estuvo lúcido durante toda la operación. “Fue parecido a escuchar un taladro”, dijo.
En el año 2003 Hawking ya no tenía fuerza suficiente en su mano y no lograba accionar el interruptor de Equalizer a tiempo. El interruptor manual fue primero sustituido por un sistema de rayo infrarrojo de baja potencia incorporado a los lentes, desarrollado por la firma Words+. Al comienzo lo controlaba con parpadeos y desde el año 2011 lo hace con movimientos de mejilla.
Ese mismo año estuvo internado por una nueva neumonía. En el 2005 su sistema de respiración artificial dejó de funcionar, su corazón se detuvo y fue resucitado.
Hawking contrajo matrimonio en dos oportunidades. Estuvo casado 25 años con Jane Wilde (1965-1991) y 11 años con Elaine Mason (1995-2006). Con Jane Wilde tuvo tres hijos: Robert (nacido en 1967), Lucy (1969) y Timothy (1979). Con Elaine Mason no tuvo hijos.
Kitty Ferguson aborda con mucho cuidado los detalles de la vida matrimonial de Hawking pero igualmente desliza algunas intimidades. Describe el sacrificio de Jane al casarse con un joven enfermo, con un pronóstico de vida muy breve, y también narra cómo, con el tiempo, la relación se le tornó a Jane muy difícil de sobrellevar. Hawking era un esposo con buenos valores y un científico considerado un genio, pero era un hombre inválido, muy dependiente de ella y exigente en la convivencia. Ella era un mujer con inquietudes, que vivía por y para él y sus hijos, que con el paso del tiempo se sintió vacía y frustrada. En 1977, en una búsqueda de espacios propios se unió al coro de una iglesia, y allí conoció a Jonathan Hellyer Jones, un joven médico, cuya esposa había fallecido poco tiempo atrás. Jonathan se convirtió en compañía frecuente de Jane y poco después iniciaron un romance. Jane lo habló con Stephen, que aceptó que ella mantuviera esa relación y continuara con él siempre y cuando lo siguiera amando. Con los años, Stephen y Jane se fueron distanciando. A fines de 1990, Stephen le dijo que la dejaba por Elaine Mason, una enérgica enfermera que lo había cuidado en los últimos tiempos. Se casó con Mason en 1995. Jane contrajo matrimonio con Jonathan en 1997.
La relación de Hawking con Mason también fue complicada. Lo más polémico fue el testimonio de una de las enfermeras, que en el año 2004 denunció que Mason lo insultaba y maltrataba físicamente. Se abrió una investigación, pero el propio Hawking la cerró, cuando afirmó que las acusaciones eran “totalmente infundadas”. Pero en el verano boreal de 2006, Hawking se separó de Mason y no dio explicaciones públicas.
Luego del divorcio, Lucy, su hija, se convirtió en una compañía en viajes y conferencias.
TESTARUDO Y VIRAL.
La condición de salud y la profesión de Hawking, podrían hacer pensar que su vida ha sido y es la de un científico ensimismado en sus pensamientos. En parte es así, pero en parte no. Hawking ha tenido una vida social, laboral y familiar muy intensa. “Aunque tuviera un resfriado o gripe Hawking nunca se perdía un día de trabajo”, señala Kitty Ferguson. Un visitante a su casa narró que cuando Stephen aún usaba muletas, le tomó 15 minutos subir las escaleras y llegar a su cama, pero lo hizo solo. “Algunas personas lo llamarían determinación, otros obstinación -dijo Jane Wilde-. Yo lo he llamado ambas cosas en un momento u en otro. Supongo que es lo que le ha permitido salir adelante”.
En su despacho de techos altos tiene fotos de sus hijos, plantas y una fotografía de tamaño natural de Marilyn Monroe.
Cuando dejó las muletas y aceptó moverse en silla de ruedas, se convirtió en un peligro público porque le gustaba la velocidad y se lanzaba por calles empinadas con una sonrisa en los labios.
Su ritmo de trabajo y de actividad siempre fueron frenéticos. En una ocasión, en el Rockefeller Institute de Nueva York, luego de una larga jornada de conferencias y apariciones en público, se realizó una reunión en honor a él. Hubo una cena y discursos y luego volvieron al hotel. En uno de los salones había una fiesta y Hawking quiso ir y aunque intentaron disuadirlo no lo lograron. Bailó dando vueltas con su silla y la banda tocó especialmente para él hasta la madrugada.
Ha tenido experiencias que la mayoría de los mortales, en buen estado físico, no las han vivido. Para su cumpleaños número 60, su esposa Elaine le regaló un viaje en globo. A los 65 años realizó un viaje de “gravedad cero”.
LA TEORÍA DEL TODO.
El gran objetivo de toda la vida de Hawking ha sido el más ambicioso que se puede tener: encontrar una explicación sencilla para toda la complejidad y variedad que experimentamos en el universo. Siendo joven, a los 38 años, en su discurso de asunción de la Cátedra Lucasiana en Cambridge, pronosticó que se estaba cerca de la “teoría del todo” y por lo tanto del fin de la física teórica. Dedicó su vida a este objetivo, pero aún no lo logró. Tuvo éxitos parciales, como los teoremas sobre singularidades espacios temporales o el descubrimiento de lo que hoy se conoce como Radiación de Hawking (radiación emitida por los agujeros negros). Como método de trabajo, Hawking no se aferró nunca a la certeza absoluta: “Prefiero tener razón que ser riguroso”. Es un científico que arriesgó e incluso especuló. En la mayoría de los casos acertó, pero también tuvo errores. Muchos de estos errores, imprecisiones o teorías incompletas fueron refutadas por él mismo. Le gusta hacer apuestas con otros científicos y en varios casos perdió. En una ocasión le apostó a su colega Kip Thorne un año de suscripción a la revista Penthouse. En otra ocasión apostó 100 dólares a que “el bosón de Higgs” no existía y cuando éste fue descubierto en julio de 2012, pagó su apuesta y pidió el Nobel de Física para Peter Higgs.
En Stephen Hawking. Su vida y su obra, la autora dedica mucho espacio a describir la evolución del trabajo científico de Hawking. Como si barajara un mazo de cartas, va mezclando ciencia “dura”, con vida académica y aspectos mundanos y cotidianos. Para los aficionados a la física y la astronomía, “la parte científica del libro” puede ser muy provechosa, porque es muy didáctica, aunque requiere de una lectura lenta y cuidadosa. Hay algún momento (página 143) donde la propia autora sugiere al lector saltearse esa parte si le resulta de muy difícil lectura.
Hawking ha sido un personaje público, muy codiciado por los medios de comunicación. Sus libros han sido best-sellers, ha tenido actividad pública en defensa de los discapacitados y contra las armas nucleares. Steven Spielberg produjo una película basada en su libro Historia del tiempo. Su voz informática apareció en un disco de Pink Floyd. Participó en una escena de Star Trek, en un capítulo de Big Bang Theory y fue tema de la tira Dilbert. También fue personaje (y aportó su voz robótica) en un capítulo de The Simpsons. Uno de los mejores momentos es cuando le dice a Homero que encuentra interesante su teoría del universo como una “rosquilla”.
En el año 2009, cumpliendo con el reglamento de la Cátedra Lucasiana, que exige que sus titulares se jubilen a los 67 años, Hawking dejó su cargo por su avanzada edad. Aquel joven a quien le pronosticaron dos a tres años de vida a los 21 años, cumplió 71 años en enero de 2013, y es padre y abuelo. Sigue siendo, como dice la autora en las palabras finales del libro, “un niño que nunca ha crecido del todo, que aún se pregunta cómo y por qué, que en ocasiones encuentra una respuesta que lo satisface, al menos, durante un tiempo”.
Via:adictamente
La difícil, pero fascinante, vida y obra de Stephen Hawking
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